Hey! Qué haces sola? [Mia]

Habia tenido una reunión a las 5 de la tarde en Sunny de varios temas a tratar como venian siendo el inicio de curso, el programa de la asignatura y también las diferentes actividades que tenía pensado realizar con mis alumnos. Me sorprendía ser de los pocos profesores que ya tenian su programa preparado y no como otros rezagados que ni siquiera lo habian comenzado.

Me monté en mi coche y puse rumbo hacia mi casa. Yo vivía en las afueras de la ciudad, era un barrio de ricos bastante tranquilo de casas individuales con esplendorosos jardines. Me gustaba la calma, y si lo que quería era movimiento pues para eso podía hacer uso de mi coche y estar en la ciudad en tan solo 5 minutos.

Mientras conducía en modo descapotable vi una pequeña silueta caminando casi rendida, llevandose las manos a los ojos y de vez en cuando parándose y mirando hacia todos lados. Mi rostro se tornó en horror cuando vi que era Helen por lo que detuve el coche en ese mismo instante y fui directo hacia ella. Estaba llorando, la pequeña sollozaba nerviosa, asustada y bastante aterrorizada por el mero hecho de estar sola. -Helen ! Princesa ! Qué haces aquí sola?- Dije también con un nudo en el estómago puesto que tenia la sensación de que Helen se habría perdido y posiblemente Mia estaría muriendose en estos mismos instantes buscándola. Estaba relativamente lejos de la ciudad por lo que la pequeña llevaría caminando bastante tiempo, yo diría que más de una hora.

Al verme la pequeña abrio su boca sorprendida pero al mismo tiempo aliviada, aun así no dejaba de llorar, la tomé en brazos y me abrazó con fuerza como si no quisiera soltarme. - Shh, vamos, te voy a llevar con mamá.. vale?- Le di varios besos por su cabecita. La pequeña asintió escondiendo su cabeza en mi hombro y parecía que se iba calmando. Nuevamente me metí al coche con ella dentro y encima de mi, no había forma de que me soltara, y realmente no quería soltarla, esa pequeña me había ganado por completo. Puse camino hacia la ciudad nuevamente y trataría de buscar a Mia en el parque mas concurrido cerca de Sunny.

Helen había esperado con ansias a que llegara este día, un viernes, debido a que era uno de los días de semana en los que no tenía clases en la tarde y era de lo más relajante. Dejando de lado a la universidad y tanto ella como yo dispuestas a pasar una tarde divertida, la llevé a uno de los parques más acudidos a dónde ella podría encontrar más niños con los cuáles jugar y divertirse hasta que cayera la noche.

Me senté en una de las bancas libres viendo como Helen salía corriendo en dirección a los juegos y pronto se unía a lo que sea que estuvieran haciendo un grupo de niños entre su edad y un poco más grandes. Helen, siendo la más pequeña de todos, se veía graciosa corriendo de un lado a otro tras yo descubrir que se encontraban jugando a el "dala dala". Con una sonrisa y ya más tranquila, pude respirar profundamente y pensar sobre los distintos acontecimientos por los que había estado pasando ultimamente. Dirigí mi mirada hacia el bb que tenía en una mano, respondiendo inmediatamente al mensaje que me habían enviado. Cuando volví a alzar la mirada hacia mi hija, no la encontré.

Miré a ambos lados, buscandola y rogando que saliera detrás de algún arbol con un típico "boo!" pero no. Empecé a caminar por el parque luego de preguntarles a los niños si hacia qué lugar se había ido la pequeña de castaños cabellos y como es obvio, recibí varias respuestas. Mi mente empezó a divagar y..."error"! miles de noticias sobre niños desaparecidos, raptados y luego...

Tragué saliva continuando con mi búsqueda a los alrededores del parque. Pregunté por Helen a ver si es que alguien más la había visto pero un señor con su hijo me comentó que le parecía haberla visto siguiendo a una ardilla. Pasé la siguiente hora buscando, encontrándome con uno de los peluches que Helen había llevado al parque, a su preciado señor oso. Fui a la policía, pero estos me dijeron que recién podía declarar una "desaparición" y una denuncia tenían que pasar las 24 horas. Seguí en mi búsqueda, con todos los sentidos puestos en cada una de las personas y los niños que pasaban por esos momentos por el lugar. Apenas y me había dado cuenta que había entrado en pánico y que sentía los ojos con un poco de picazón. Era lógico, estaba asustada de no volver a ver a mi hija.

Tardamos alrededor de 15 minutos en llegar hacia el lugar donde yo tenía pensado que Mia podría encontrarse. No quería imaginar lo desesperada que podría estar de saber que su hija estaba perdida y que cualquier cosa le podría haber pasado a la pequeña. Estacioné el coche lo más cerca que pude del lugar y salí del auto con Helen tódavía abrazándome pero esta vez sus sollozos eran menores. Le había estado contando todo el viaje lo contenta que iba a ponerse su madre cuando la viera y ella me asentía con ilusión, enseñandome su pequeño conejo de peluche y diciendome que era el '' señor conejo'. Realmente adorable.

Caminé con la pequeña en brazos mientras ella observaba también a la gente que pasaba. Supuse y mas o menos calculé que haría dos horas que la pequeña estaría perdida y Mia posiblemente ya hubiera ido a la policía, pero siempre dicen que hay que esperar 24 horas para poder denunciar una desaparición de forma legal. Para mi era una medida bastante absurda, si una madre pierde a su hijo o hija lo normal es que la ley colabore cuanto puedan con ella. El robo y tráfico de menores está hoy a la orden del día, cientos de niños pequeños son robados para despues venderlos en el mercado negro e incluso extraerles sus organos. No quería imaginar que podría haberle pasado a la pequeña Helen si no llego a encontralra.

Bordeamos el parque, ella todavía obsrvando al resto y yo con el señor conejo en la mano, esta vez ella me había pedido que yo lo llevara puesto que decia que el señor conejo se sentía mas tranquilo si yo lo llevaba en mi mano.

Mis predicciones no se hicieron mucho esperar, puesto que a unos 20 metros de distancia se encontraba Mia, desesperada, preguntando a cuanta persona encontraba por delante. Aceleré mi paso directo hacia ella y Helen ya comenzaba a excitarse alegremente - Ahi está mami, vamos, la llamamos? Mia !! - Dije elevando mi tono de voz. Su rostro semblaba desencajado, me partía el alma verla tan devastada, no quería ni tan siquiera pensar por un momento cuanta angustía había tenido que soportar durante estas dos horas. - Mia tranquila, está aqui- Repetí ya practicamente delante de ella. -La encontré casi a las afueras...Pero no le ha ocurrido nada... tranquilizate- Dije en tono bajo pero que ella pudiera oirme perfectamente. La pequeña rapidamente se lanzó a sus brazos entre risas y lloros.

Preguntando y preguntando, siempre recibía alguna que otra respuesta diferente o alguna mirada de desaprovación pensando, tal vez en cómo una madre puede ser tan irresponsable como para perder a su hija en un parque y eso me hacía sentir aún más culpable. La buscaba, posaba mi mirada en cada pequeño y pequeña que correteaban por todos los lugares pero claro, siempre de la mano de sus padres o de sus madres. Incluso de ambos.

Cuando estaba a punto de volver a asistir al departamento de policía que no se encontraba tan lejos de el lugar para tratar de que me hicieran caso y que me ayudaran a buscar a mi hija de tres años desaparecida, escuché cómo alguien llamaba mi nombre en voz alta. ¿O era mi idea?. Fruncí levemente el ceño sobándome los ojos y buscando con mi mirada por entre la gente que caminaban de un lado a otro deseando que no fuese fruto de mi imaginación.

Y entonces mi mirada se detuvo en aquel hombre que llevaba una gorra y que se acercaba a mi, con...con Helen en brazos. Sorprendida de que fuera Alan y a la vez con las lágrimas en los ojos, también me acerqué lo necesario aunque ya habían llegado hacia mi y en cuanto pude recibí a mi hija en mis brazos aferrándola a mi con muchas fuerzas. Le di muchos besos, en las mejillas, en la frente...sentía que no quería separarme ya nunca más de ella luego de aquellas horas tan insoportables y crueles que se habían pasado.

Mantuve mi mirada en Alan y entonces acorté aquella distancia abrazándole, un abrazo tierno, muy agradecido por aquello que había hecho hoy y con cuidado por no aplastar a Helen entre ambos. -Gracias, Alan..yo...-tomé aire obligándome a tranquilizarme un poco-gracias-culminé sin saber qué mas decirle. Solamente esa palabra se cruzaba por mi mente, porque había encontrado a Helen...y la había traido sana y salva a mi.

En mi rostro se dibujó una sonrisa agradecida, tierna y emotiva. Me emocionaba incluso por dentro ver como Mía abrazaba con tal efusividad a Helen, como la besaba, como lloraba por ella y sobre todo como sonreía por tenerla a su lado de nuevo. Mia era una gran madre, a pesar de su juventud y tal vez al principio inexperiencia, pero es joven y no se le puede pedir a una chica que apenas comienza a vivir la vida que ya deje de vivir para ser mamá. Ambas cosas pueden compaginarse.

Me miró con esos ojos llorosos que me derretian, tenia ganas de abrazarlas a ambas pero no fue necesario, ella misma vino a abrazarme agradeciendome por todo. ¿Porqué me agradecía? Yo había hecho justamente lo que debía hacer. Sin esperarme correspondí a su abrazo rodeandolas a ambas y Helen estaba feliz, sonreía pletórica y esa sonrisa iluminaba cualquier día. -No me agradezcas, he hecho lo que tenía que hacer, imaginaba por lo que estarías pasando y he tratado de tardar lo menos posible, apenas unos 15 minutos desde que la he encontrado. Me contó que perseguía una ardilla y bueno, Mia no te preocupes, estas cosas pasan...-

Traté de hacerle entender que por perder a su hija no se la iba a juzgar... qué madre no habría perdido a su hijo o hija alguna vez? Al menos la mia si me ha perdido a mi en innumerables ocasiones, pero no pasa nada, yo se las perdoné todas... solo tenía de 3 a 4 años y en todas había sido mi culpa. - Helen y yo hemos estado estos minutos haciendo que el señor conejo no estuviera asustado, verdad Helen? Lo hemos conseguido sobornandole con zanahorias- La pequeña asintió posando una de sus manos alrededor de mi cuello y la otra alrededor del cuello de Mia. Una sensación sumamente extraña me embargó cuando pensé que tal vez eso podría ser lo más parecido a un momento en familia, en el caso de que Helen fuera mi hija. Ya había mirado su parte de nacimiento y las fechas encajaban completamente, aquella niña tenía que ser mia, el corazón me lo decía y al mismo tiempo sus ojos también. No iba a mencionarle nada a Mia, prefería darle la oportunidad de que ella se tomase su tiempo para intentar el como decirmelo, si es que yo estaba en lo cierto. Realmente hasta que no lo escuchase de ella no podría creermelo, cuando ella sea capaz de admitirmelo entonces yo seré capaz de asimilarlo.

-Vivo muy cerca de aquí, os invito a cenar a casa, vamos, esto por haber encontrado a Helen- dije casi riendo por lo bajo como poniendo una excusa para que ella aceptase mi invitación. Pretendía que Mia conociera mi casa, mi entorno, quizá de esa forma tal vez podría confiar un poco más en mi. No me extrañaría que mi madre anduviera por alli pero posiblemente al vernos llegar se iría rapidamente.

Tenía una pequeña sensación de tranquilidad y a la vez de culpabilidad cuando me rodeó con sus brazos de la misma forma que yo lo había hecho segundos atrás. Pero estaba agradeciéndole, por haber cuidado a Helen al menos esos minutos en los que quién sabe qué cosas podrían haberle pasado si no llegaba a toparse con ella. Ya podía respirar tranquilamente, podía abrazarla y prometerme a mi misma que nunca más me volvería a pasar algo similar a lo que habíamos soportado ambas en esos momentos. Yo por no encontrarla y ella asustada por no encontrarse conmigo. Por lo que me había dicho, la había encontrado a las afueras. Eso era demasiado para una niña haberse alejado de su madre luego de estar jugando tranquilamente con los demás niños en el parque.

-Lo sé...sé que suelen pasar pero nunca creí que me pasaría a mi, han sido el par de horas más angustiantes que he tenido en mi vida-susurré en una voz bastante baja para que Helen no se preocupara, después de todo no la reñiría o algo por el estilo por haberse alejado, como ella le había dicho a Alan, había ido tras una ardillas y sin querer había terminado perdida a muchos kilómetros de donde yo me encontraba. Pero entonces a mi mente vino un recuerdo de mi niñez, hace casi 16 años cuando yo tenía 5 años cumplidos y me había pasado algo similar, me había perdido en una de esas ferias enormes que solían llegar a la ciudad.

Alcé una ceja con una sonrisa algo débil, pero era una sonrisa pura y divertida. -Pues mira quién estuvo asustado también, Helen-dije tomando al oso de peluche y tendiéndoselo-¿Te estuvimos buscando, adivina qué? él me dijo que estabas bien, es muy inteligente-comenté viendo como ella reía un poco y abrazaba tanto a su conejo como a su oso de peluche. Vi lo que hizo Helen luego rodéandonos a los dos con sus dos brazos, yo sosteniendo a uno de sus peluches y Alan al otro. Me mordí el labio inferior un tanto nerviosa pensando en cómo nos veríamos en esos momentos. "C0mo una familia, tal vez" . Las vocecitas en mi cabeza seguían hablando por sí solas diciéndome cosas que me hacían pensar más que bien el si le diría o no a Alan sobre aquello...

Negué levemente con la cabeza cuando propuso lo de ir a cenar a su casa, pero entonces él dijo aquello y supe que sí, le debía una y más por haber encontrado a Helen. -Está bien, pero solo si me dejas ayudarte con la cena-agregué sonriendo levemente esperando a que él asintiera o que acepara mi propuesta de ayudarle con ello. La pequeña nos sonrió a ambos feliz por haber escuchado aquella idea, la de ir a casa de su profesor y aunque ella no lo supiera, a casa de su padre.

No pude mirarme a mi propio rostro tras ver como Mia aceptaba mi invitación pero seguramente mi sonrisa era monumental. -Eso ha sido una gran elección, y bueno, eres mi invitada, no voy a dejar que toques la cocina, te parece? - Sonreí y despues señalé hacia donde tenía aparcado mi coche. Tomé la mano de Mia para que me siguiera mientras ella tenía cargada a Helen para dirigirnos hacia mi auto.

Abri la puerta del asiento del copiloto para que Mia se sentara con Helen sobre ella. SE me pasó una extraña imagen por la cabeza, y era que si resultaba que la pequeña era mi hija, mi coche tarde o temprano tendría que tener en la parte trasera uno de esos asientos de bebés que tanto espacio ocupan. La idea no hizo más que hacerme reir y después monté al coche poniendo rumbo hacia mi casa.

No manejé rapido, tan solo normal para no asustar a ninguna de las dos. Entramos en una gran urbanización de casas enormes y mansiones con sus frondosos jardines. La mia se encontraba en la parte alta, estaba casi seguro que a Mia le encantaría, porque basicamente fue mi madre quien me ayudó con la decoración, y he de reconocer que mi señora madre tiene un buen gusto para todo aquello. -Quizá esté mi madre, pero no te preocupes, puede que al vernos decida irse para no molestar, ella es así- Las miré a ambas y luego volví a poner mi vista en la carretera, tomando un camino que llevaba directamente hacia mi CASA.

Tras aparcar relativamente cerca bajé rapidamente y abrí la puerta a Mia para que pudiera salir. La temperatura era inmejorable y se escuchaba el ruido de las olas del mar romper en la orilla, teniamos mi pequeña playa privada al lado, realmente era todo un lujo. -Bienvenidas a mi casa señoritas- Colocándome al lado de Mia nos dirigí hacia la puerta de entrada que se hallaba abierta , no era problema puesto que teniamos algun que otro hombre de seguridad merodeando e los jardines para posibles intromisiones. Con un poco de suerte, mi madre habría dejado cena hecha para un regimiento entero, siempre solían dejarse caer algún que otro amigo o alguien de la familia.

-Hijo! Mi vida! Mi tesoro!- Voceaba mi madre que salía con un pañuelo atado en la cabeza y los brazos extendidos, pero al ver a Mia y Helen trató de guardar la compostura y parecer una mujer formal. -Oh! ... Tenemos... Visita- Lo dijo de una forma tan ilusionada y tan asombrada que incluso me sorprendió a mi mismo. Aunque era comprensible, JAMÁS había llevado a una mujer a mi casa, nunca, por eso tal vez mi madre ya pudo sacar varias conclusiones, aunque su mirada primero fue hacia Mia, a la que saludó también efusivamente y despues posó su mirada en la pequeña, la miró a los ojos y despues me miró a mi. Mi madre adoptó un gesto de sopresa pero prefirió mantenerse en calma. -Que preciosidad de mujeres! Soy Samantha! Pero llamame Samy, así me llama este angel que tengo por hijo-

Aparté a mi madre un poco hacia atrás para que dejara respirar tanto a Mia como a Helen, y las presenté. -Ellas son Mia y su hija Helen, mamá. La pequeña es alumna mia en Sunny- Le informé y mi madre juntó sus manos en gesto de alegria- Oh si? Te está enseñando Alan cositas pequeña? Me alegro! Vas a ver que te convertirás en una niña muy muy inteligente! Oh! os he dejado la cena hecha, creo que hay para 3 o 4 personas más pero yo me tengo que ir, tu padre tiene una cena de negocios y no puedo faltar, ya sabeis-

-Despidiendose otra vez de forma efusiva mi madre nos dejó tranquilamente a solas a los tres, cuando su coche salió del recinto pude respirar aliviado. -Es demasiado efusiva, no te asustes, bueno entrad! no nos quedemos en la puerta, ya sabeis, estais en vuestra casa- Comenté dandole a la pequeña Helen un beso en la punta de la nariz mientras ella me lo devolvía también en el mismo lugar de la forma más tierna posible.

Miré a Alan frunciendo el ceño por unos segundos debido a su respuesta pero luego le dejé pasar, sabía que en esas cosas ambos seríamos más que tercos y no nos decidiríamos en algo al fin y al cabo. Helen me rodeó por el cuello apoyando su mejilla contra mi hombro y tranquilamente caminé de la mano de Alan hacia en donde su auto se encontraba. Cuando llegamos a este, entré al asiento del copiloto y me senté en este con la pequeña sobre mis piernas la cual empezó a prestarle ahora más atención a sus dos peluches haciéndolos hablar entre ellos.

Por un mini-segundo creí haber visto a Alan sonreír, pero no supe si había sido mi imaginación o si es que verdaderamente lo había hecho pero ¿por qué? Bueno, tal vez porque no me había quejado ante él cuando se negó ante la idea de ayudarle con la cena. -¿Tu madre?-pregunté curiosamente, suplicando que esta tuviera algún tipo de caracter dulce y divertido a la vez con el que contaba Alan, aunque tenía un vago presentimiento de que así sería. Seguí con mi mirada puesta en la carretera al igual que Alan de vez en cuando también observándole de reojo, mirandolo a él y mirando a Helen. Mismos ojos, misma sonrisa juguetona... pequeños grandes detalles que me hacían morderme el labio inferior y empezar a pensar por ella, por cómo le haría feliz conocer a su papá... y cuán feliz sería si se enterase que su profesor favorito lo era.

Observé la casa de Alan, un tanto sorprendida pero a la vez bastante extrañada por los pequeños detalles: no sabía que aquello fuera un fuerte de Alan, en lo de diseñar y decorar casas. Pero luego recordé a su mamá y que posiblemente hubiera sido aquello gracias a la gran influencia femenina que todo hombre necesita en su vida. -Es bastante bella-dije refiriéndome a su casa cuando en eso escuchamos los tres la voz de una señora y dirgí mi mirada hacia esta que venía con los brazos extendidos hacia Alan, y cuando se dió cuenta de nuestra presencia trató de mantener la compostura. Negué con la cabeza ya que no era necesario que hiciese eso y esbocé una sonrisa sincera ante la presencia de su madre.

Me sorprendí un poco cuando ella y Helen se quedaron mirando unos segundos, sabiendo que ella se habría dado cuenta de que el color de ojos de mi hija eran iguales a los de Alan...iguales a los suyos. Respondí también a su abrazo efusivo a medida que Alan la alejaba un poco, aunque a mi no me molestaba recibir ese tipo de abrazos un tanto alocados y contentos. -Un gusto en conocerla, señora Samantha-sonreí despidiéndome de ella y Helen la despidió también con un suave agitar de mano luego de sonreir gustosa ante la idea de que hubiese mencionado que ella iba a Sunnyside y que Alan era su profesor.Luego de irse ella y esperando a que Alan terminase de ver cómo se iba su madre en el auto no pude evitar reir levemente-No te preocupes-agregué viendo como él le daba un beso a Helen y como ella le daba uno de igual forma. No podía pensar nada más en tan tierno que él se veía haciendo eso. Asentí con la cabeza entrando con él a su casa viendo como la pequeña alzaba la cabeza observando al igual que yo los decorativos-Esos...son detalles dados madre-fue más una afirmación que una pregunta-Tiene muy buenos gustos y si son tuyos, pues también los tienes-dije con una sonrisa en los labios.

Parecía tener toda la idea de que mi madre se había percatado de los ojos y el asombroso parecido de Helen conmigo. Seguramente iba a tener una charla sería cuando ella volviera al dia siguiente y estuviera solo. Mi madre no era tonta, y al igual que yo también era demasiado intuitiva.

Entramos dentro del gran salón que este era presidido por un enorme sofá lleno de cojines y más al fondo una comoda mesa con varias sillas donde incluso mi madre parecía ser que ya había puesto algunos platos para ir abriendo apetito. Escuché lo que Mia dijo sobre la decoración y asentí sin poder evitar reir. -No te lo voy a negar, tienes razón, mi madre me ha ayudado en la mayoría de la decoración de esta casa... Ella es la del buen gusto- No pensaba restarle merito a mi madre por su gran labor decorativa en mi casa, ella merecia los galones.

-No te preocupes por la sorpresa de mi madre y su efusividad para con vosotras dos, es que posiblemente le haya extrañado que esteis aquí ya que nunca he traido a ninguna mujer a casa... jamás. No descarto que haya pensado algo... equivocado- 'Que no tendría porque ser equivocado si tú quisieras'... pensé. No es que no lo descartara, es que seguramente mi madre ahora creería con total seguridad que Mia era mi novia y Helen mi hija, de ahi tanta alegria para con la pequeña. -Poneos cómodas! No olvideis que estais en vuestra casa- Dije nuevamente y caminé hacia la cocina para ver que era lo que mi madre había cocinado. Podía divisar una enorme ensalada y dentro del horno un buen pollo con papas fritas conservando esa temperatura caliente. Pero eso no era todo, mi madre había partido como 3 platos de jamón serrano (:3) y varios panes recien hechos que desprendian una olor agradable. -Realmente no se que es mejor, si ese pollo al horno que huele especialmente bien, o esos panecillos que dicen ' abreme por la mitad y meteme jamón'- comenté asomando la cabeza hacia el salón mirandolas a ambas.

Sonreí cuando él confirmó mis sospechas sobre el tremendo buen gusto que se había tenido en la casa y que los méritos eran la mayoría de su madre. Desde que había visto el modo de saludo y trato que tenían Alan y ella podía darme una sensación de que eran los únicos que se preocupaban de vivir en un ambiente más familiar. Si regresábamos a observar a mi padre, podría notar que no era lo mismo y que mi presencia no era del todo algo que le pudiese alegrar el día a él. Mi hermano solía decirme, que era porque tal vez le recordaba mucho a mi madre y eso le hacía pensar en ella y entristecerse, que no me sintiera culpable por nada. Fede y yo habíamos aprendido a vivir en ese "ambiente" familiar que se vio desmoronado cuando la cabeza de la familia tuvo que dejarnos.

Estaba un tanto distraída y el pequeño jalonsito que Helen hizo en mi blusa para que la bajara me hizo volver al salón de la casa de Alan en donde nos encontráramos. Una vez que estuvo en el suelo caminó dando esos pasos graciosos y de un modo tan tranquilo hacia la cocina, pero cuando estuvo casi a la entrada tuvo que alzar la mirada ya que Alan se asomó por esta para hablarnos. Me acerqué también sin querer que Helen hiciese algún desorden o algo por el estilo aunque ahora ya me entendía y sabía que habían cosas que no se debían hacer (como jalar el mantel de la mesa, por ejemplo, lo cual había ocasionado un desastre una vez en casa). Esbocé una sonrisa anete este recuerdo-Jamón, jamón-dijo Helen divertida y me alcé de hombros-Ella ha hablado- comenté-¿Necesitas ayuda con algo?.

-No hace falta, no te preocpues- Dije a Mia ante su ofrecimiento para ayudar. Vi como la pequeña Helen asomaba su cabecita por la cocina y despues alzaba su mirada para encontrarse con la mia - Con que jamón, jamón, eh? vaya con la pequeña princesita, no esperaba menos de ti- Comenté entre risas y agarré los platos de la ensalada, del jamón y de los panecillos como si fuera todo un camarero profesional. -Señoritas, tomen asiento, la cena casi esta servida- Puse una voz bastante graciosa como si yo mismo fuera un metre y tras dejar varios platos en la mesa con algunas cosas más para comer fui hacia la nevera para sacar algo de beber. Entre otras cosas agua, coca cola, vino e incluso cerveza.

-Has visto Mia? Me las se apañar muy bien solo en casa, y eh! no siempre está mi madre para hacer sus maravillosas cenas, normalmente soy yo el que se tiene que cocinar porque de lunes a jueves sufro abandono maternal, tan solo me visita por las tardes cuando vuelvo del colegio- Prefería que Mia conociera mi entorno en persona, no valía que yo le contara como me iba la vida o en que se basaba mi dia a dia, era mas real que ella pudiera verlo con sus propios ojos, para que así no tuviera por que temer nada de mi , ni tan siquiera desconfiar en absoluto. Agarré a la pequeña Helen y la senté en una de las sillas con varios cojines para que alcanzara bien a la mesa y pudiera cenar de lo que más le apeteciera, despues llené su vasito con agua mineral natural y lo coloqué cerca para que pudiera cogerlo sin problemas. -Y tú mi otra princesa, que vas a beber?- Comenté guiñándole un ojo a Helen porque yo siempre la llamaba princesita, pero desde que comenzamos nuevamente a mantener contacto, Mia se había convertido irremediablemente en mi princesa, le gustara o no.

Esa imagen parecía la tipica escena de comida familiar de un viernes por la noche cuando lo que mas puede llegar a preocuparte es si la pelicula que den por la tele sea buena o mala.

Helen rió por lo que dijo, al parecer le encantaba que le llamara "Princesa". Cuando él dijo que no hacía falta mi ayuda asentí con la cabeza, sin dejar de observarles tranquilamente hasta que Helen corrió a la mesa y empezó a mover una de las sillas con sus manos tratando de separarla de la mesa para poder sentarla. Negué con la cabeza sonriendo de igual forma ante la voz graciosa que hacía Alan simulando a un camarero de esos de los restaurantes refinados.

Me acerqué a la mesa, escuchando lo que él decía-¿Así que abandono maternal de lunes a viernes?-pregunté alzando una ceja pero siempre en tono amigable y no del tipo que había usado cuando nos habíamos encontrado luego de más de dos años. -Así que Alan DiCottli cocinando para sí...y veo que no has quemado la cocina-agregué a punto de tomar a Helen (quién hacía un esfuerzo sobrentural para ver sobre la mesa) para sentarla sobre mis piernas pero agradecí lo que hizo él colocando los cojines y de este modo la pequeña sonrió ya pudiendo mirarnos a los dos, sentada con nosotros. Ella tomó entre sus manos el vaso y bebió tan solo un poco de agua, volviéndolo a dejar con mucho cuidado sobre la mesa y sonriendo triunfante al no haber regado nada. Mi mirada se dirigió hacia Alan y bajé suavemente mi rostro sonriendo levemente ocultando cualquier tip de sonrojo e interiormente maldiciéndome por aquel efecto que tanto sus palabras, su presencia y el modo de comportarse hacía efecto en mi. -Pues...vino-le respondí ladeando con la cabeza y pasándole una de las copas-Y tú?-fue ahora mi curiosa pregunta mirándolo al rostro, cosa que me pareció un completo error ya que mirarlo a los ojos me hacía sentir un coso en el estómago que no era precisamente cosa del hambre... ¿mariposas? tal vez. Esas habían empezado a hacer presencia desde la última vez que nos habíamos visto y cuando había sentido sus labios con los míos.

Mi mirada se posó sobre la de Mia cuando esta me pidió vino. La vi observarme y no sabía si tal vez eran imaginaciones mias o su actitud conmigo había cambiado rotundamente desde esa misma tarde. Ya no por el hecho de haberle devuelto a la pequeña Helen sana y salva, sino que la sentía mas cercana conmigo, más abierta, más tierna e incluso mas cariñosa. Mi cabeza no dejaba de divagar sobre la idea de formar una familia, sobre si tal vez esto que estabamos viviendo este viernes podría significar un adelanto de lo que estaba por venir. Mia lo sabía, yo estaba seguro que ella también podría estar pensando o imaginándose lo mismo y tenía el presentimiento de que tarde o temprano me diría algo sobre Helen, yo al menos lo necesitaba porque hasta que no lo escuchara de sus labios no iba a poder realmente terminar de creerme que aquella pequeña era mi hija. Pero... ¿Y si todo era producto de mis ganas de que así fuera? ¿Y si realmente esa pequeña no era mia y yo estaba confundiendome? No podía hacerme falsas ilusiones pero mi intuición era tan grande que no podía evitarlo.

Le serví vino con cuidado y despues sonreí. -Yo también voy a tomar vino, así te acompaño- dije terminando de servirme a mi también. Tomé el platito de Helen para comenzar a colocarle ensalada con pollo que posteriormente yo mismo me preocuparía de darle ya que una niña que todavía no cumplía los tres años no tenía todavía esa facilidad para con los cubiertos. -Sirvete lo que quieras Mia, yo de ti le metería mano a ese jamón que tan buena pinta tiene, mi madre puede pasarse horas mirando un jamón hasta que lo compra, pero claro, sabe elegirlos, cosa que yo no... - Rei por lo bajo y tomé uno de los panecillos tostados abriendolo por la mitad, todavía estaba caliente debido a que estaban recién hechos. Le puse unas gotas de aceite de oliva y despues lo cubrí con las pequeñas tiras de jamón recién cortado, cerré el panecillo con la otra mitad y se lo tendí a la pequeña. -Toma princesita, esto si que está para chuparse los dedos- Vi como la pequeña con gracia tomaba el pequeño bocadillo entre sus manitas y comenzaba a darle pequeños bocados poniendo cara de satisfacción, definitivamente le gustaba el jamón como a mi, o a su madre. Me quedé pensando durante unos segundos sobre cuando Mia y yo nos encontramos en aquel centro comercial y alguien llamó para pedirle la medicina para la alergia, yo en aquel momento no sabía de la existencia de Helen pero si resultaba ser que la pequeña era la alérgica a la canela me iba a llevar una grata sorpresa. -Era Helen quien tiene alergia a la canela, verdad?- Le pregunté en tono tranquilo, sosegado y mirandola a los ojos con una sonrisa en mis labios. Deseaba que la respuesta fuera afirmativa.

Cuando mi mirada se encontró con la azul intensa de Alan me quedé observándolo unos segundos, allí en silencio luego de haberle dicho que tomaría vino. No solía beber sodas ya que de vez en cuando prefería disfrutar de un sano jugo de cualquier fruta que quedase bien en un jugo helado con hielos. Pero esta vez...porque la...¿Situación? Lo ameritaba, él agregó que también tomaría vino y fue en ese momento que le pasé otra de las copas. Muchas veces me gustaría poder tener la capacidad de leer las mentes y así enterarme de qué ideas estarían pasando en la mente, en estos momentos, de Alan. Tenía el ligero presentimiento que las cosas de un momento a otro podrían pasar a ser un poco tensas...pero me gustaba aquella sensación de tranquilidad que sentía provenir de este ambiente tan...familiar, entre él, Helen y yo. Tuve que sacudir mi cabeza mentalmente cuando estas ideas vinieron a mi cabeza. Las palabras "aléjate, por tu bien. Él es de Erin, y lo sabes muy bien."

Observé a Helen que me miraba y luego me mostró sus manos. Saqué de mi bolso una de esas toallitas húmedas que arrasan con cualquier suciedad por donde pasen y que tenían un olor suave, como de lavanda. Helen se limpió las manos y luego sonrió gustosa: al momento del almuerzo era una divertida costumbre que ella había aprendido, la de tener siempre las manos limpias. Luego pudo coger entre sus manos el panecillo con jamón y gotitas de aceite de oliva y lo comió de una manera gustosa pero demostrando de un modo u otro, que le había gustado. Asentiendo con la cabeza me serví de aquella ensalada que se miraba bastante apetecible, pero su pregunta me dejó anonadada y sin saber qué decirle. Helen alzó la mirada y frunció levemente el ceño ante la mención de la canela, y no me quedó de otra que afirmar lo que había preguntado. -No puede comer canela, es una alergia que tiene desde...siempre. Y por eso tengo que tener bastante cuidado con no darle comidas que tengan canela-dije viendo como mi hija me miraba y asentía con la cabeza, para luego volver a prestarle atención a su panecillo. Mantuve mi mirada en ella unos segundos, incapaz de poder cruzar mi mirada con la de Alan y luego le miré, un poco temerosa de los cabos que podría ya haber estado encajando.

Mantuve mi mirada fija sobre la de Mia, claramente trataba de hacerla sentir que yo ya sabía o que al menos intuía algo, esperaba que ella misma me dijera o me sacara de mi obsesión para con la pequeña Helen. Pero por el momento no pensaba presionarla, esas no iban a ser mis maneras porque en cierto modo podía entender su miedo, incluso su nerviosismo y el reprimirse a la hora de decirme la verdad, fuera cual fuere.

Sonreí cuando ella dijo que Helen era alérgiga a la canela desde siempre, parecía ser que la pequeña había heredado otro rasgo más de mi, o al menos así quería pensarlo. - Es bueno saberlo, asi evitaré posibles sustos para que no se me ocurra darle nada que pueda tener canela, a mi me pasa igual como ya te dije aunque hay veces que no lo puedo resistir- Rei por lo bajo y observé como la pequeña se había tomado su bocadillo y bebia agua tranquilamente.

Habíamos cenado tranquilos, yo le había contado cosas sobre mi familia, sobre mi padre, sobre mi madre e incluso sobre mi. Ella parecía todavía un poco cortada a querer abrirse y contarme más, quizá fuera porque parte de su historia me involucraban de lleno. Pude ver como Helen se frotaba los ojitos y bostezaba de una forma adorable, le hice un gesto a Mia para que no se preocupara y me levanté tomando a la pequeña en brazos. -tienes sueño princesita? quieres dormir un rato?- Le susurré cerca dandole un beso en la frente y ella asintió con una suave sonrisa devolviendome aquel beso de una forma cariñosa. -Ven, aqui al lado tengo una cama tan tan tan comoda que vas a soñar con conejos y ositos, ya veras... -

Justo donde estabamos, en el salón había una puerta que daba entrada a una de las habitaciones de invitados que mi casa tenia preparadas, en esa justamente solían quedarse mis primos pequeños en ocasiones por eso parecía estar acondicionada al público infantil como yo solía decir. Eran comodas y bastante acogedoras. Entré en la habitación con Helen dejando la puerta abierta para que ella pudiera vernos mientras se dormía. Retiré las sabanas veraniegas para poderla recostar despacio y su carita cansada lo agradeció, despues le di un beso en la mejilla a lo que ella respondió tocandome la mia con su manita como si me estuviera acariciando. -Le decimos a mamá que venga también? Asi también te duermes con su beso- Sonreí e hice un gesto a Mia desde dentro de la habitación para que viniera.

Asentí con la cabeza sin más a lo que había agregado, pues aparte de haberle dicho aquello en la ficha que había llenado, junto a los documentos y datos de Helen había señalado que su alergia era la canela y que no podia comer nada que contuviese aquello o luego tendrían que darle de esas pequeñas pastillas...cosa que Helen detestaba y lloraba por no querer tomarlas. Era todo un sufrimiento y por ello prefería evitar que consuma algo con canela a luego verla llorando.

Miré a Helen, la cual se encontraba bebiendo de su vaso con tranquilidad ahora ya sin prestarnos atención, algo que agradecí bastante. La cena continuó, él me contó acerca de muchas cosas que habían pasado con su familia, con su madre y su padre, cosas que recié me enteraba pues hace tres años tampoco habíamos tenido la mera oportunidad de conocer a tal extremo tanto sobre nosotros: en ese entonces yo había recién ingresado a la universidad y él ya se encontraba en medio de su carrera. Aquella noche en la fiesta a la que ambos habíamos sido invitados había permitido que nos conociésemos y haciendo lo demás.

Cuando Helen había empezado a juguetear con sus dedos y luego a frotarse los dedos con estos supe que había empezado a tomar sueño. Hice un amago de levantarme pero Alan fue más rápido tomándola en brazos y preguntándole si tenía sueño. De todas formas, cuando él la llevó a una de las habitaciones les seguí de cerca, apoyándome luego en el marco de la puerta observando cómo la colocaba en una de las camas. Vi el gesto de Alan y me acerqué con cuidado hacia donde ellos, inclinándome levemente para darle un beso de buenas noches en la mejilla a Helen, de esos de los que no podía dormir si no recibía antes de irse a dormir. Vi a ella cerrar los ojos con una leve sonrisa pequeña y luego quedarse dormida. Acaricié su mejilla unos segundos y luego alcé mi mirada encontrándome con la de Alan en silencio completo. -¿Por qué?-pregunté en voz baja, bastante confundida del por qué trataba así a ella...por qué parecía quererla tanto. Y por qué se comportaba así con ambas... cuando después de todo yo no merecía nada de esto.

Me deje llevar por su mano hacia donde el quisiera, caminando tranquilamente sin hacer ruido para evitar despertar a Helen y yo sin poner resistencia u oponerme a hablar con él. Estaba dispuesta, a hablar con él aquella noche...porque todo aquello me estaba atormentando cada noche desde el día en el que le vi en la cafetería, cuando me reencontré con él. Y por no decir aquellos años en los que estuve sola y pensaba antes de ir a dormir..."¿Por qué?"

Mi vida estaba llena de estos sin poder encontrar una respuesta...pero había sido porque no me había tomado el tiempo de buscar una. Quedamos frente a frente, sentados en los sofás con una vista hacia el jardín. Asentí con la cabeza y entonces al sentir sus manos en la mía movi suavemente un pulgar realizando una pequeña caricia, esperando a que hablara. -Esa no es una intuición...-dije en voz baja pero me acallé dejandole continuar hablando a sabiendas de que ya no habría modo de parar nada de nada. Estaba teniendo esa conversación allí, con él...hablando como personas civilizadas. No podía evitar sentir miedo pero...¿Por qué? Había visto como era Alan...como se llevaba con sus padres, como se trataba con Helen y no podía imaginármelo haciendo un escándolo por ella y yendo a pedir pruebas... No me lo imaginaba en esos momentos así. Apreté su mano con suavidad y cerré los ojos soltando un amplio suspiro, uno que tenía aguantado desde hace largo rato-Sus ojos, la alergia a la canela, la forma de sonreir...Alan-me detuve mordiendome el labio inferior nerviosa-No te equivocas, no es una intuición...lo sientes porque es verdad y ya no puedo más con esto, simplemente ya no puedo-susurré abriendo mis ojos y topandome con su mirada. ¿Me odiaría? Sentí algo que me hizo temblar internamente y no supe si lo había hecho externamente. Tenía miedo, y del intenso.

Mi corazón dio un vuelco cuando Mia directamente me estaba reconociendo de forma abierta mi paternidad. Esa pequeña era mi hija y yo por fin lo estaba asimilando de una forma segura, sabiendo que sus palabras eran sinceras y que posiblemente ahora estaría nerviosa, muy nerviosa ante mi reacción con ella. No pensaba reprocharle nada acerca de habermelo ocultado, no al menos esa noche porque yo sabía que debía de ponerme en su lugar, debía de entender que siendo madre tan joven no se puede esperar un comportamiento perfecto y más aun sabiendo que Erin la habría plagado de amenazas. Erin... susiré y negué con la cabeza. Estaba seguro que mi mejor amiga sabía que yo tenía una hija, sabía que era Helen y tampoco me lo había querido decir ahora mismo estaba sintiendome completamente traicionado por su parte.

Observé a Mia en silencio, mis ojos brillaban como ultimamente no lo habían hecho y mis manos sostenian todavía las suyas. Tomé aire en un intento de que mi cerebro se oxigenase ante la nueva situación, ante lo que iba a suponer un cambio radical en mi vida porque ahora era padre, oficialmente soy padre y estoy dispuesto a asumir cualquier responsabilidad que se tercie, es mas, mis intenciones sobre lo que pretendía se las iba a dejar pronto aclaradas a Mia.

-Lo sabia..- Musité casi componiendo una media sonrisa, estaba feliz, pero mi cuerpo me impedía reaccionar de una forma efusiva, prefería contenerme y dejar que esa emoción me embargara por completo. Me acerqué a Mia y la abracé hundiendo mi cabeza sobre su hombro, me sentía vulnerable pero tan solo por la enorme ola de esa sensación tan extraña que me había inundado. Me sentía vulnerable porque ahora mismo toda mi vida se había condensado en dos personas: Mia y Helen.

-Gracias- Susurré alzándome para mirarla, esta vez apenas nos separaban un par de centimetros. Podía sentir su respiración entremezclarse con la mia y ver como ella estaba tan nerviosa como. No lo aguanté, no pude resistirlo, tomé su rostro entre mis manos y volví a besarla sin que ella pudiera esperarlo, lo necesitaba, necesitaba sentirla así de cerca, como cuando lo hice aquella vez que vino a la reunión de padres, pero esta vez era especial, literalmente comenzaba una nueva vida para mi y pretendía de forma abierta que fuera a su lado. Yo mismo le pediría que comenzásemos juntos, que todo saldría bien porque estaba casi seguro que tal vez a ella en su interior también querría lo mismo.

Me separé unos centimetros aun manteniendo ese roce de mis labios con los suyos, deleitándome de su mirada en ese movimiento y profundizando con la mia. -Todo va a tener que cambiar- Sugerí, no era una amenaza, no quería que lo tomara como si yo mismo le fuera a quitar a la pequeña, solo quería que supiera que ciertamente, todo iba a dar un gran giro.

Apoyé mis codos en las rodillas, odiándome por cada segundo que se encontraba pasando desde que le había dicho toda la verdad...aquella verdad que debería de habersela dicho hace tres años. No pude evitar sentir a las traicioneras lágrimas deslizarse por mis mejillas y tuve que ocultar mi rostro con mis manos, sintiéndome avergonzada, una completa idiota por haberme portado de aquella forma. Por haber sido débil y por no haber tratado de arreglar las cosas con Alan hace bastantes años. Su silencio en esos segundos me destrozaba cada vez más, porque sin querer había hecho daño a dos personas que amaba, a Helen, ocultandole la verdad de quién era su padre y a Alan por no decirle que tenía una preciosa hija conmigo, que se parecía él y que verla a ella a los ojos todos los días me hacía sentir la persona más tonta y desdichada del planeta.

-Me enteré que estaba embarazada tres semanas después de la fiesta-dije en voz baja tratando de que no sonara aquella ronca y triste voz-No sé cómo, pero Erin se terminó enterando...-bajé la mirada dispuesta a recibir cualquier comentario de enojo por haberle creído a esa chica algo-y me dijo que eras un chico caracterizado por andar de mujer a mujer y que no fuera tonta, porque conmigo no querrías nada. Menos el compromiso de tener un hijo conmigo. Mis padre se enojaron conmigo, mi hermano fue el único que no me miró con enojo y tuve que mudarme, a Francia...sin decirte nada-mantuve mi mirada en mis manos sintiendo aquel mismo dolor que había sentido tres años atrás, con el corazón encogido-Tenía miedo, Alan...mucho miedo-acallé devolviendole el abrazo, aferrándome a él con muchas fuerzas, con mi rostro de la misma forma que él conmigo, en su hombro, dejando salir aquellas lágrimas que decir todo aquello, de contarle qué es lo que había pasado conmigo, habían causado.

Porque no había tenido antes la oportunidad de contarle a alguien las cosas como verdaderamente fueron, ni siquiera a mi mejor amiga Julie y menos a Alex. Era la primera persona a la que le contaba por aquellas cosas que había pasado, porque quería que él supiera, que supiera la razón por la cual no había estado estos dos años. Silenciando los sollozos que no había podido evitar, sentí sus labios sobre los míos y al igual que el abrazo, le devolvi el beso con el mismo gusto, con la misma dulzura y la misma ahora ya no la tensión, que había desaparecido en el momento en el que le había dicho que Helen era su hija.

-A qué te refieres?-pregunté en un susurro, alzando la mirada hacia él sintiendo algo recorrer mi espalda, una sensación de nervios y un poco de miedo. Por alguna razón, no podía alejar mi mirada de él. Era como si, si lo hacía, sus reacciones a lo dicho fueran a cambiar y aquello era lo que no podría soportar.

Ante sus palabras de dolor no pude evitar que se me humedecieran los ojos, traté de secarle esas lagrimas que recorrían su uniforme piel y despues escuchar con atención su explicación, toda la historia desde su punto de vista, desde como ella había vivido con la carga de pensar que yo jamás podría querer algo con ella, que yo jamás me habría hecho cargo de esa pequeña. En este mismo instante mi amistad con Erin había llegado a su fin, yo mismo sabía que tenia una amiga bastante posesiva y tal vez muy dedicada a mi enteramente, pero no había imaginado que su maldad para con Mia había llegado a tales extremos.

-¿La creiste, verdad?- Le pregunté casi entendiendola. -Era cierto que yo doy el perfil de hombre que vive despreocupado y pasa cada noche con una mujer diferente, pero estoy seguro que no te contó que al dia siguiente le dije que estaba loco por ti, que lo que había vivido contigo en una sola noche no lo había sentido con ninguna mujer- Tome aire tratando de intentar explicar lo mejor que podía como me sentía, como podría ser nuestra situación de ahora en adelante. Mis manos se mantuvieron en su rostro, acariciandole las mejillas mientras mi cabeza se ladeaba un poco tan solo para observara desde otra perspectiva. No quería que mi silencio fuera eterno pero tenia que pensar muy bien mis palabras porque iban a ser claras y directas.

-Siento de verdad todo lo que te ha hecho pasar, siento que por una lengua envenenada como la de Erin te hayas tenido que ir fuera, que tus padres te dieran la espalda y que pasaras unos años tan difíciles, pero tienes que saber que jamás, y oyeme bien, jamás te habría dejado sola en esto porque no le mentí a Erin cuando le dije que me habia quedado completamente idiota despues de nuestra noche, porque Mia, me volví loco por ti y aun habiendo pasado 3 largos años en los que nuestra vida ha podido cambiar radicalmente, no he perdido eso que me despiertas, sigo loco por ti, me consume tenerte cerca y no poder tocarte con libertad, no poder abrazarte o besarte porque no me perteneces y creeme, me desespera la posibilidad de que algún dia de estos comiences una nueva etapa con alguien que no sea yo, no soy capaz de verte en brazos de otro hombre porque sinceramente, no lo voy a soportar- uno de mis dedos se deslizó hacia sus labios, acariciandolos de forma suave, despacio, sin dejar de oscilar mi mirada entre sus ojos y su boca porque ahora mismo estaba sincerándome como jamás lo había hecho con ninguna otra mujer y esperaba que no creyera que estaba tratando de mentirle o engañarla.

-Y ahora es cuando tu me dices que piensas, que sientes y que es lo que te gustaría que surgiera a partir de ahora, porque si tengo que decirlo yo, te diría que si fuera por mi, hoy mismo te mudabas conmigo y comenzaría el resto de nuestra vida- Sugerí todavía obcecado en sus ojos, en su mirada, tratando de desvelar que era lo que esta estaba pensando, lo que a Mia se le cruzaba por la mente en ese momento, no quería reclamar a Helen por via judicial, no lo haría, porque ahora lo unico que me importaba era que ella me dijera como se sentía respecto a todo. ¿y si no siente nada por mi? También podría darse esa posibilidad, en ese caso las cosas podrían arreglarse de un modo civilizado.

Escuchando lo que me decía luego de haberle contado aquello por lo que habia pasado, aquel dolor que había sentido seguido a las palabras directamente del corazón, asentí con la cabeza. Le había creído a Erin, lo había hecho porque no había sabido a quién creerle en ese entonces y el miedo de quedar como una tonta frente a Alan y a los demás me había consumido completamente a tal echo de tener que tomar decisiones inesperadas y que no habían sido las correctas. -No sabía qué hacer...había sido mi primera vez, estaba embarazada y enamorada del padre de aquella bebé-dije en voz baja-pero no podía hacer nada por acercarme a ti, porque tenía miedo...de tu reacción y de algún rechazo-dije en un suspiro profundo aún abrazándole.

Miré su ojos húmedos, le observé y me mordí el labio inferior, mientras él acariciaba mis mejillas y yo aún le abrazaba como podía, tratando de tranquilizarme para poder escucharle bien. Posé mi mano sobre la suya sin dejar de observarle a los ojos, asintiendo atentamente a cada cosa y explicación que decía y me hacía sentir triste, pero feliz a la vez. Porque me hacía pensar aquellos "Y si...?" ¿Y si me hubiera optado por ser valiente y contarle que íbamos a tener una bebé hace tres años? ¿Qué hubiera pasado? Pero entonces recordé, aquello que me solia decir mi hermano "Las cosas pasan por algo" y me alegraba el hecho de poder haberme encontrado con él nuevamente, que nuestras vidas se cruzasen aquí de nuevo para poder arreglar las cosas. -Cuando...estaba con Alexander, y me pidió que fuera su novia luego del encuentro en la cafetería...no pude decirle que sí. Cuando te vi nuevamente -tomé aire-me vineron a la mente los recuerdos de esa noche y me di cuenta que seguía enamorada de ti-bajé la mirada levemente posándola en el cojín del sofá- y que no podía seguir ocultandote y alejándote de Helen solo por mis miedos.

Solté el aire contenido-Y cuando Erin me dijo aquello, sentí ese poco de celos...porque ella si ha podido haber estado contigo este tiempo y yo no-agregué alzando mi mirada y posándola en sus labios, a medida que él deslizaba sus dedos por los mios en una caricia tierna. En silencio escuché aquello que me tenía que decir y ladeé con la cabeza-Yo solo quiero...que Helen sea feliz. Que pueda disfrutar de tenerte como padre...y que también pueda disfrutar de tenerme a mi-bajé un poco la voz-Estoy dispuesta a hacer las cosas de la manera correcta por primera vez en mi vida-culminé, deslizando una de mis manos por el colgante de corazón que tenía alrededor de mi cuello.

Mia había dicho de forma abierta que seguía enamorada de mi, no sabía si me habia dado tiempo a asimilar lo que había dicho despues porque esas palabras habían retumbado en mi cabeza. Si seguía enamorada de mi esto hacía que las cosas fueran más faciles, más llevaderas e incluso mejores para la pequeña Helen.

Presté despues absoluta atención a lo que ella quería, a lo que decía que queria que sucediera de ahora en adelante pero no sabía si con exactitud estaba dandome una respuesta afirmativa a lo que yo le había propuesto anteriormente. "Yo solo quiero...que Helen sea feliz. Que pueda disfrutar de tenerte como padre...y que también pueda disfrutar de tenerme a mi" Cómo tenia que valorar eso? Tal vez estaba dandome a entender que quería que comenzara algo entre nosotros? Quería que esta noche fuera testigo de una reconciliación que marcaría nuestras vidas?

No sabía realmente como debía de reaccionar pero volví a besarla, atrapé con mi boca sus labios, entrabriendo estos para dejar paso a mi lengua que buscaba con necesidad la suya, quería sentirla cada vez más, quería que ese beso se intensificara por momentos, que mis dedos memorizaran con sus yemas cada parte de su rostro, de su cuerpo. La besé con tal intensidad que no pude evitar que una ola de calor me invadiera por completo, dejándome extasiado ante semejante situación. Las palpitaciones de mi corazón se acrecentaban a un ritmo desenfrenado pero yo seguía besándola como si me fuera la vida en ello hasta que tuve que poner distancia para poder tomar aire y nuevamente mirarla, pero sobre todo, reaccionar. -Pues de la unica forma en la que puedes hacer las cosas de la manera correcta por primera vez en tu vida, es aceptándome en ella- Dije contra sus labios sin perder el roce -quiero que seas mia, que Helen esté con nosotros, que crezca con su madre y con su padre por igual, y eso incluye que desde hoy comencemos una relación formal, porque te prometo que solo voy a tener ojos para ti, no te dejes guiar por rumores o comentarios de la gente acerca de mi forma de ser, te hablo desde la honestidad más pura. ¿Qué me dices? ¿Comenzamos una nueva vida juntos para que pueda demostrarte como puedo llegar a ser por vosotras?-

Deje mi collar en su posición anterior deslizando una de mis manos para poder abrazarle suavemente a Alan, devolviendole ése beso ahora mucho más intenso que el anterior. Sentía como mis labios se amoldaban a los suyos sintiéndose...tranquilos, era una sensación que no había sentido hace varios año y que de un momento a otro tras la re-aparición de Alan en mi vida, había vuelto a renacer.

Mis dedos juguetearon levemente con su desordenado cabello, tal y como lo recordaba. Era un beso de esos en los que nuestros labios podian tomar vida propia buscando encontrar cada vez más y más hasta que nuestras lenguas se encontraran presas de la necesidad...del deseo de estar nuevamente juntas. Una vez que pasó eso, tuve que entreabrir mis labios para recuperar un poco de aire y dar paso a que el beso se intensificara cada vez más, al mismo ritmo en el que él lo hacía. Solté un suspiro entre mis labios cuando los suyos se separaron centímetros de los míos acortando ese beso. Mi corazón latía, latía cada vez más y más acelerado de una forma en la que sentía como si fuese a saltar de mi pecho en cualquier momento. Escuché lo que dijo mirándolo a los ojos, con esos ojos empapados de lágrimas y asentí con la cabeza una vez que terminó de hablar. -Quiero hacerlo, Alan... te quiero, en mi vida, en la de Helen-susurré contra sus labios apoyando mi frente contra la suya sin perder el contacto visual-Y sí, me encantaría comenzar una nueva vida contigo-una sonrisa algo débil pero sincera se formó en mis labios, presa aún de las lágrimas de mis ojos-Y prometo nunca más volver a guiarme por los comentarios de las demás personas, confiaré plenamente en ti-culminé mordiendome el labio inferior luego de sentir su respiración, caliente, mezclarse con la mía.

Una de mis manos tomó la suya, mientras mi otra mano se dirigía directa hacia su cabello, lo acaricié despacio sin que mis ojos perdieran el contacto sobre los suyos. Por fin estaba ocurriendo, por fin aquello en lo que había pensado estas últimas semanas estaba teniendo lugar de la mejor forma posible. Esperaba que tarde o temprano Mia me reconociera mi paternidad, pero lo que no esperaba era que me aceptase sin dudarlo en su vida, en la de Helen, dandonos la oportunidad de comenzar siendo una familia.

Sin poder evitar sonreir acaricié su rostro y pegué mi frente junto a la de ella no ocultando mi ilusión y felicidad. -Cuando te sientas dispuesta para vivir conmigo, os estaré esperando a ti y a Helen aquí... en nuestra casa- Recalqué para que no le quedaran dudas de que estaba brindándole en ese mismo momento todo lo que tenía, todo lo que fuera necesario para que pudieramos comenzar de la mejor forma. -Por mi sería en este mismo instante pero no te quiero presionar, no te voy a presionar... - Me dije casi más para mi mismo que para ella, pero mis ganas por tenerlas a ambas conmigo crecían de una forma abrumadora.

Mi rostro cambió de unos instantes a otros cuando pensé en el momento en que Helen conociera la verdad. ¿Me aceptará como padre? La niña va a cumplir pronto los tres años de edad y entiende todo a la perfección, me recuerda a cuando yo era tan solo un niño. -Crees que le gustará la idea?- Dije con media sonrisa lanzando una pequeña mirada hacia donde Helen estaba sumida en el más dulce y profundo sueño.